CAMBIO GENERACIONAL: EL DOLOR DE CABEZA DE LAS FAMILIAS Y
ORGANIZACIONES ACTUALES
Como un tema complementario al anterior sobre las
generaciones actual y Millennials, entendiendo que para los que vienen es un
reto, para los que se van una enorme preocupación y para los que están en la
mitad un trauma serio, se hace necesario hacer una revisión a la condición
humana en la aceptación sí o no y al fracaso o éxito de entregar las
organizaciones y el liderazgo a los nuevos actores en el escenario de las
decisiones, la definición de los nuevos parámetros de vida y el inminente
cambio cultural así como en la forma de
entender, manejar y moverse en el mundo
que se está consolidando desde estos días.
Organizaciones políticas, económicas, sociales, empresariales,
altruistas, medio ambientalistas, religiosas y todo tipo de asociación humana
hasta la más básica o nuclear que es la familia, están enfrentando desde
finales del siglo pasado la dinámica
exigente, abrumadora y riesgosa de entregar el mando y con ello la oportunidad
de permanecer, cambiar o sucumbir a las nuevas generaciones, casi siempre sin
éxito pero siempre con afectación
significativa a las estructuras mismas de la sociedad.
Y no es para menos, sobre todo en algunos sectores, en
algunas profesiones, en algunas disciplinas y hasta creencias se ha pretendido
que los padres heredan a sus hijos no solo sus bienes, sino que también sus
posesiones y posiciones, sus bastones de mando y hasta pretenden entregar sus gestas,
imagen y liderazgo ante los suyos como si esto fuera cuestión de voluntad de
unos y aceptación gratuita de los otros; nada más mentiroso y cursi que esta
práctica generalizada y poco efectiva. De dónde se concluye o evidencia que tener la misma profesión,
oficio, apellido, linaje, principios u otro tipo de condición hace que los
herederos al trono o mando o ubicación prevalente sean tan brillantes como sus
antecesores? Ridículo y peligroso, lleno de ejemplos diarios en los que vemos como empresas, ideas,
manifestaciones artísticas, religiones y hasta países han caído víctimas de los malos manejos, torpes
actuares y pobres inteligencias de los llamados a reemplazar. No por ser hijo
del mejor cirujano, pintor, cantante, gobernante o empresario te hace tan o más brillante que
el iniciador.
Ahora bien, alguien tiene que ocupar esa silla, alguien debe
liderar, y es allí donde está el secreto del éxito; cuando las cosas se hacen
bien que es hacerlas con sentido común, paciencia y práctica es cuando los
cambios comienzan a tener sentido; lo ideal es heredar lo que se pueda legal y
vivencialmente ( aquí definitivamente no
entran disciplinas y artes relacionadas con el talento ) para permitir al
sucesor aplicar sus propios conceptos y dinámicas, darle el tiempo suficiente,
bajo supervisión del predecesor o personas allegadas a este, entregarle la
suficiente autoridad y recursos posibles para actuar pero sin abusar u obnubilarse hasta que esté preparado
y maduro para hacerlo solo y con los suyos. Siempre he recomendado en todo tipo
de organizaciones, con y sin ánimo de lucro, altruistas y materialistas,
políticas y sociales, que los líderes en sus posiciones de mando deben tener
cerca personas que les hablen al oído con conocimientos diferentes a los suyos,
que sepan más que ellos mismos o que piensen diferente además de ser capaces de
llevarle la contraria y que tengan condiciones alejadas de tal forma que sus
ideas y conceptos puedan ser esgrimidos sin miedo o de manera limitada.
Quienes están entregando esas posiciones también son
responsables de entender que el mundo que viene, la tecnología que nos está
arrasando, las nuevas condiciones y cultura de vida, los nuevos intereses de la
generación en arribo, son bien diferentes a lo que les tocó a ellos vivir y
hacer, por lo tanto no es posible, no es válido, no es pertinente, no es
correcto obligar a los que siguen en la lista a tener sus mismos criterios y
aplicar los mismos esquemas para actuar, liderar, pensar y hasta soñar. Error y
muy grave. Su obligación es enseñar la disciplina, transmitir conocimientos,
heredar principios y valores, mostrar experiencias, recomendar personas y
recursos, apoyar en el proceso de despegue y acompañar en los errores pero
tomar distancia en los éxitos de los recién investidos.
En todo tipo de organizaciones es necesario para la nueva
generación que en las posiciones claves no se dejen personas sin talento o
interés, allí deben estar los más capaces y por mérito, independientemente de
su apellido o el enorme amor del jefe del clan. Para colmo de males, los próximos
20 años dejarán millones de analfabetos de la cultura e inteligencia del
futuro, millones de personas desubicadas del mundo moderno, torpes con las
nuevas tecnologías y nuevos conocimientos, incapaces de competir con los nuevos
jugadores y verdaderos problemas para la productividad del futuro. Por esta
razón, quienes están entre los 40 y los 55 años deben volver a estudiar,
aprender nuevas técnicas, saber otro idioma, ser flexibles con los que vienen y
tomar distancia prudente de los que están en retirada o siguen en prácticas
antiguas.
Por otro lado es importante resaltar que hay líderes y
organizaciones bien conscientes de esta dialéctica, son prudentes y tienen
planes ciertos y concretos para la transición; bien por ellos. Han resultado
muchos nuevos líderes en organizaciones antiguas, grandes, pequeñas y hasta
familiares muy efectivos y ganadores, totalmente disruptivos y otros nuevos líderes en organizaciones,
disciplinas, ciencias y artes con realizaciones y desarrollos realmente
sorprendentes que se merecen toda nuestra admiración y respeto pues son los que
van a cambiar este mundo en los siguientes 5 décadas.
Ojalá todos estos nuevos líderes, talentosos algunos,
formados y forzados los otros, sean lo suficientemente responsables y estén lo
suficientemente conscientes que al mundo y a las personas hay que manejarlo y manejarlas diferente a
como lo hicieron sus padres, abuelos o
los líderes de antes; no por lo que lo hayan hecho mal sino porque este
mundo será otro y los intereses y
expectativas también.
Para terminar debo manifestar que en temas artísticos es
donde radica mi mayor duda, lo que mis sentidos están percibiendo no me gusta
mucho, y es a aprender de eso a lo que dedicaré mis mejores años que son los
próximos 30. Ya casi va siendo hora de volver a los escritos bohemios antes de
que lleguen las próximas elecciones y con eso la brutalidad de las redes.