YO ESTUVE DE CARA A CARA CON LA MUERTE, PERO VER COMO HOY EN
DÍA A UNO LO MATAN POR QUE SÍ, POR QUE NO, PERO TAMBIÉN PORQUE TAMPOCO. NO HAY
DERECHO, PAÍS DE MIERDA!
Con el debido respeto, miedo, prudencia y resignación que le
tengo a la Señora Muerte contaré algunas historias en las que hemos estado
cerca de ella:
Era una tarde de viernes, bogotana, de frio estúpido y sol
picante, caminábamos por la parte tupida del parque, llena de árboles;
buscábamos donde tirar su ruana y mi chaqueta, a qué lado poner mi bluejean y
su bolso, como no perder su calzones, bonitos pero un poco infantiles;
observaba esos ojos tan grandes sobre la preciosa cara y tan verdes como mirar al cielo y encontrar hojas,
volvía a mirar y encontraba esas hermosas, paradas, blancas y rebeldes tortas
de arequípe con toques de chantilly; hacía el amor en mi mente con ese pedazo
de cielo, se me humedecían los pensamientos mientras mis interiores ya mojados
no aguantaban más la presión del joven impetuoso pero inexperto a punto de romper las pocas costuras dignas
que quedaban después de haber sufrido cientos de lavadas rebeldes y cero polvos
memorables, ni de los otros.
Llegaron dos tipos… no, tres, uno grosero, bocón, con cara
de sádico esquizofrénico; otro armado de cuchillo robado al abuelo carnicero y
el último un muy mal parido hijo de
familia, bien vestido pero más asustado que soldado de vacaciones visitando la
familia en el Caquetá o haciendo carrera en una escuela militar o policial
colombiana. En fin, primer error, nos hicieron vestir para llevarnos a un lugar
“más seguro”, era tan inseguro el huevón tercero, como enfermo el primero, pero
nada tan inexperto como el inexperto segundo; la idea era la violación. Soledad
absoluta, silencio sepulcral, lejanía incalculable y el tiempo largo y pesado
como si estuviéramos en la matanza de las bananeras. A lo lejos, casi saliendo
al límite de los árboles con una llanura, una vía nueva para volquetas que
atendían una obra, 20 muchachos, no… tal vez 18 o 19 jugando fútbol a 200
metros, el pendejo del cuchillo se cae y suelta el arma, el hijo de papis se arrepiente y toma camino
contrario mientras el que terminó en la cárcel vuelto mierda le dice a la dama
que se perdió de un hombre de verdad. Yo cojo la dama, la última vez que cogí
algo de ella, de hecho la primera vez que cogimos, y a correr como estudiante tira piedra pero ignorante de
lo que está pasando y arriesgando hasta la vida misma mientras la muerte se
aleja con la tarde y sin pene ni vaginas estrenados. Nos salvamos, se salvó
ella y yo regresé solitario al baño de mis recuerdos.
Siendo muy niño, tal vez de 4 o 5, en una pelea de celos de
un hombre mayor con su mujer (algo inexplicable en ellos) mientras observaba
como el tipo perdía el control sobre sus actos y conciencia y desenfundaba su revólver, no pude evitar que
la señora se hiciera cerca de mí y entre los dos la pared de atrás recibió tres
tiros a la altura de mis piernas, de mi vientre y de mi cabeza. El hombre
recuperó su conciencia y sólo perdió su dignidad pues continuó con la muy dama;
jamás entendí porque las cosas volvieron a su absoluta calma y regularidad y en
pocas horas había comida y trago para todos los vecinos, pero a mí nadie me dio
nada; viejos guevones injustos, casi me matan y no me dieron ni un ducle.
Llevaba una década en Cali cuando despidiéndome de la bien harto novia, bella ella, tan bella que
en La Tienda de Pedro, en El Rancho De Jonás, en Rancho Grande y en otras
partes los borrachos de las mesas vecinas me preguntaban si ella era hermana de
una Reina de Colombia de la época que se llamaba Carolina Gómez, creo, y
siempre orgulloso decía que no pero que la mía era más bonita, hasta que una
vez un traqueto me la quiso robar por lo que terminamos tomándonos el trago en
el carro solos para evitar amenazas; en fin, me despedía de ella frente a su
casa cuando un par de tipos me pusieron cada uno un revólver sobre mi cabeza, me
exigieron las llaves del RENAULT 6, me quitaron el reloj BULOVA extra plano y
un maletín de trabajo miel muy especial que me había regalado Doña Berthica, la
mamá de todo el mundo. Ese carro sí que fue testigo de todos los posibles usos
que se le daban a los carros en el AUTOCINEMA; ojalá esos hijueputas lo hayan
disfrutado tanto como yo.
Estando en Roldanillo con el Compadre eterno y especial de
siempre, en un baño del Club Los Gorriones, a la altura de la media noche y la
tercera borrachera del día, porque con él teníamos la agraciada costumbre de
beber varias veces al día y nos levantábamos para la otra como si nada, por algún
lío de faldas, en la zona más roja de la época del narcotráfico, fuimos “invitados
a salir del pueblo” en las siguientes 12 hora so pena de recibir cada uno un
par de balazos pues no soportaban que les estuviéramos quitando sus mujeres en
presencia de todos los señores bien del municipio; estuvimos tan ebrios todo el
fin de semana que nos perdonaron 24 horas más la sanción y luego nos acompañaron
hasta las afueras del villorrio.
Entrado este siglo, unos usuarios contratistas de la entidad
pública donde ocupaba un alto cargo, me invitaron a un jugo en la Librería
Nacional de la Plaza de Cayzedo y allí, sobre la mesa, depositaron dos maletines:
uno lleno de dinero, varios millones, muchos millones, y en la otra una sub
ametralladora UZY: La idea es que yo tomará cierta decisión y dependiendo de
esa decisión recibiría el contenido de una de las maletas. Los mandé a comer
mierda, me fui donde mi jefa y el Gobernador, informé de lo sucedido, y expliqué
a unos y otros cómo no había necesidad de ninguna acción pues los estudios
mostraban que ellos tenían la razón, pero estaban tan acostumbrados a que los
funcionarios públicos los extorsionaran y ese momento era tan crítico para
ellos que llegarían a las últimas consecuencias. Al final de la tarde me estaba
emborrachando en el Hotel Dann con mis amenazadores y unas modelos tan lindas
que parecía un pecado tocarlas o hasta chuparlas. Caray, que tentaciones tan verriondas como berriondas.
Para terminar, la muerte en su proceso natural me quitó mis
abuelos que tanto amé, a mi padre quien se fue pensando que yo era inviable,
vago e irresponsable y a quien dedicaré un escrito desde aquí para que lo lea
allá en el que pienso explicarle que hice con mi vida y con la gente que me ha
rodeado.
La muerte en su proceso injusto me quitó unos tíos adorables
y una prima, promesa de la intelectualidad colombiana.
Y en su proceso irracional se llevó verdaderos talentos
dejando sin padre a algunos de mis mejores amigos y sin jefe a sus
colaboradores como en los casos de Hugo, Eduardo, los Lloreda, y los Patiño.
En los últimos días, la muerte, que es tan amante de los
malos y después termina vengándose de ellos mismos, que es así como se portan
los amantes, se ha llevado un compañero
de trabajo, un par de vecinas del sur de la ciudad donde vivo y 20 ilusos hijos
de alguien, llenos de vida, esperanzas y recuerdos ya no vividos, porque parece
que los buenos estamos de moda y en la mano de los criminales; así parece que nos estamos entregando a sus infortunios por
pura y simple tendencia.
Colombia donde la vida no vale nada, como dijo el periodista odioso a la muerte de Jaime
Garzón, nos unimos y decimos también… COLOMBIA PAIS DE MIERDA